Obstinada necesidad la del hombre
civilizado
Todavía, a pesar de la densidad del oprobio,
se pueden ver en la civilidad carteles que anuncian:
“necesitamos mas producción”, “ mano de
obra y materia prima para que no falte nada”,
“el que no trabaja es porque no quiere”.
Las consignas eran de base política y mostraban
de un modo u otro la inclinación hacia Un lado u Otro. Los Unos y los Otros, la vieja nueva historia de
siempre. En ocasiones los Unos se apoderan del discurso de los Otros, otras veces
es la viceversa. Todo es según el propósito de la ocasión, que viene a ser lo
que nunca se muestra.
Como la naturaleza de la vida
misma no cambia por decreto, ni por deseo, ni por proclama, ni tampoco sabe la naturaleza las cosas que esconden los discursos, aquello fue necesariamente el principio del final, pero la gente otra vez estuvo de espaldas a la naturaleza de las cosas y no quiso ver
A los horrores de los sobresaltos ya dichos,
sobrevino el tiempo de la gran
parálisis generalizada del planeta. Para la satisfacción de los astros del
firmamento, el planeta claudica y cantan los planetas.
Lo único que parecía estar destinado a sobrevivir fueron cucarachas
y palomas, porque escucharon el canto de los
planetas
No se divulga, pero en el fondo la santa
odia a las palomas
__ son como ratas voladoras grises,
torpes, comilonas, curiosas y cagonas; no sirven, dice, hay que guisarlas.
el hecho
En verdad les tiene un odio muy añejado que data de sus primeros tiempos.
En el orfanato que además de un huerto
tenía grandes patios arbolados, jardines
con estanques cuidados, y una tierra hasta el horizonte, abundaban las palomas. Todo esos frescos espacios verdes y soleados estaban repletos de palomas que bajaban y subían todo el tiempo hasta que se ponía el sol, porque a las monjas les encanta criarlas y mimarlas porque dicen
que son símbolo del santo espíritu, de virginidad, de humildad, de paz, de
mensaje, de cofradía. Tenían las monjas pasión por la colombofilia, eran monjas
mas colombófilas que devotas.
En un alto algo retirado de la estancia había un
gigantesco palomar con forma de convento hecho de alambre palo y paja. En ese palomar
al que la niña santa debía cambiarle el agua diariamente, había una vez un
palomo y una paloma, un casal que vivían continuamente en celo y el palomo no paraba de garcharse a la paloma y cuando
no lo hacía él, lo buscaba ella, y es claro que esto a una niña santa cuando te
querés dar cuenta, le come la cabeza. Odio y calentura a fuego lento, en la cabecita ingenua de una niña es algo que puede terminar mal.
Un día cansada de tanta carga de instinto, harta de
tanta provocación, la niña mata de una patada a la paloma.
Como si supiese, el palomo
al día siguiente ataca a la niña, como si supiese, como si se diera cuenta,
como si la santa fuese paloma el palomo la ataca, que es una forma de decir
porque un palomo poco y nada puede contra una niña y menos contra la santidad. La ataca pero la santa no dice nada, se la come y no
habla. Al día siguiente mientras estaba la niña agachada cambiando el agua del bebedero, el palomo en celo se la quiso
voltear, por atrás.
No vale la pena imaginar la escena nefasta del animal en celo queriendo violar a una santa, obvio que el hecho duró
lo que dura un garche de palomo, nada.
La niña salió del palomar enojada,
ofendida. Le vuelca el agua al palomo y sale. Sale la niña mancillada en su orgullo y
nunca más volvió a entrar.
__ el palomo me quiere violar, el palomo
me quiere violar gritaba la niña por los pasillos del orfanato. En verdad el
palomo la había cagado de arriba abajo y eso había sido todo
__ pero si apenas eres una niña, como te va
a hacer engendrar un pobre palomo, ay mi niña, los palomos solo
engendran palomitas con otras palomas... ay paloma mía, exclama la superiora
riendo de la travesura.
Si, seguramente la niña sobredimensionó la cosa, pero el asunto es que hoy por hoy en la
villa transfigurada "paloma" es sinómimo de guisito o de caldito
En la civilidad
Cunde el pánico y la desesperación civilizada.
Ya nadie piensa en aquella quimera de antaño de cuando se hablaba de la
instalación definitiva en la tierra del bien supremo del trabajo y la justicia, de la inmortalidad de los seres traída
de la mano del progreso y la vía aérea, ni de la esperanza en el devenir en
otro planeta habitable y virgen
El caos, el peso del propio caos había
vencido toda ley y los hechos que tienen
su propia ley de gravedad, eran tantos y tan pero tan graves que todas las
leyes juntas violadas al mismo tiempo. La situación era mas grave que la
propia gravedad de cualquier condena de cualquier tiempo y tipo.
Todo se unde bajo los pies de la civilidad
tal cual estaba predicho en la profecía:
“todo se undirá en el planeta bajo la
planta del pie de la civilidad, todo menos la villa. Prevalecerán los
terrenos de villa, su tierra fértil que es de todos y de nadie, prevalecerá la
villa santa por transfigurada para que den su fruto el tomate y la gallina”
Eso profetizó en su momento Doña Santa yirando por las callesitas de la villa como una cartonera con su carrito a cuestas, apenas
cubierta por un cubre cama de plaza y media, cuando aún cierta energía le asistía y
podía andar;
“a
causa de la señal, __ señal que nos supo mostrar en su venida mi
santa madre transfigurada Marilyn la Trava más guapa, mi diosa total__ que dice que la tierra villera comenzará a elevarse cuando el trava se deje de joder y funde genuino trabajo en la huerta junto a sus maridos bufarrones, junto a sus putas
mujeres aliadas, junto a sus hijos de putas, junto a todo lo que se le venga en ganas, siempre que esas ganas no le jodan la vida a nadie, no como
las ganas del Poder que son siempre ganas para joder a todos y a todas, que son ganas que nacen del egoísmo, la codicia y la picardia, porque cuando se jode a uno solo, se jode a todos” , y repetía sin
parar:
__ “ y se elevará, se elevará, se elevará,
se elevará la tierra santa y transfigurada se elevará”, declamaba.
Fue una tortura todo ese tiempo de la repetición,
se les metía por los oídos a todos en la villa, como grito de botellero en su carro con
parlante, que parece que no va a terminar nunca.
Por entonces ya miles y miles de personas
habían abandonado la civilidad con rumbo desconocido y los trabas en la villa
estaban más lindos y transfigurados que nunca, y le daban todo el tiempo al tomate y a la gallina.
Serían esos los tiempos?, si, claro no hay dudas, por eso más de uno en la
civilidad se disfrazó de mujer por que
le dejaran entrar a la villa, pero a estos/as hasta que no se chupaban una chota de villero
con gusto, no pasaban
el fenómeno.
El fenómeno global de la tan mentada
transfiguración no fue como algunos pudieron pensar una cosa de las propias personas. Excepto doña
santa, ningún otro, nadie en el mundo
entero transfiguró en su propio cuerpo.
Fue para la civilidad exhausta el hundimiento lento y sin descanso de la propia tierra, en tanto que para la villa fue el proceso inverso. Transfigura la villa después de muerta y lo hace a cada instante, en el reflejo al color que deja el sol y en la elevación armónica de la música por la acción del canto de los planetas.
Se eleva la villa, como un gigantesco
globo, se eleva la diminuta villa dejando una estela de olor a frutos del
bosque.
Se eleva y como un astro cautivo impulsado hacia arriba por el enorme
globo-forro amarillo verdoso inflado a pulmón y leche, busca su rumbo cada vez mas lejos
de la civilidad, no así de la tierra, a la que orbita y no abandona, pero que a los pies de los necios se hunde, se hunde definitivamente,
irremediablemente, se hunde, se hunde.
Hay que decir que junto a la gran masa de gente restante, itinerante, desabastecida, sumergida en su propio peso, empobrecida al límite de tener que andar mostrando el alma, está Otra Gente; una minima masa fina de gente que conserva sus arcas repletas de ganancias a causa del progreso
y el desarrollo civilizado, y mas a la derecha aún de todo el conjunto, está la Minimísima Little Masitafinoli, la de los dueños absolutos del destino y de los bienes
totales, que como no ha crecido ni un poco a causa del desarrollo, cabe en un cohete y se dispone a viajar a otro
planeta…pobre de ellos¡, ¡si supieran que ya no hay combustible, si supieran que apenas cuenta la tierra con su Vulla Santa; sus tomates,
huevos, gallinas, travas y cucarachas villeras, si quisieran ver, pero no, son los amos del universo sideral y siguen ciegos, esperan. Allí están haciendo cola entre
lágrimas y sonrisas, para entrar a la diminuta nave, mientras los motores
intentan encenderse sin éxito, pero nadie se atreve a quebrar el mito de grandeza, se niegan
los poderosos a ser buenos.
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