lunes, 10 de diciembre de 2012

doña santa villera (fragmento)



 Ese Todos es la suma de  Ese Uno

Si es así como dice el sagrado mandato  que la suma de cada uno hace a la utopía del “Ese Todos”, no habrá consumación de la utopía si antes no se hace efectiva  la contemplación detenida  y pasional del “Ese Uno”.
La santa deberá pues estar dispuesta a afrontar los riesgos de semejante desafío, el más grande, el más difícil. La Santa lo siente y está dispuesta a emprender el postrer camino, la villa ya no admite discurso ni voto ni dádiva.  
“ sabré otra vez por dónde empezar”, dijo


El severo resplandor de lo Real no duele, mata   

Desnuda, mas que desnuda despojada, trepa con uñas y rodillas por barrancosas y achatadas laderas. No hace otra cosa más que bordear el chozerío. Ambula por chatas e infinitas de interminables que son, calles totales.
Escindida del resto, encendida en paco, la santa va. Todo huele a carbón y agua caliente. Con el mayor de los descuidos se le ofrece un todo en lo alto de cada charco
La Villa; en alto el ofertorio, en lo bajo de los más bajo. De abajo se eleva el humo al cielo como señal de alerta suprema que dice que allí nadie ha entrado. 
Y la santa va con la montaña de sus pensamientos reflejados en un charco. 

Dónde está todo eso que ella  ha diseñado, todo lo que ella ha sembrado, dónde el general y su uniforme de fajina, acaso ha muerto el desdichado ?
Quién sabe todo este tiempo no haya sido otra cosa más que tiempo de deseo, una ilusión.
A dónde la gallina, el tomate, a dónde los custodios de las fronteras, adónde el muro, adónde el forro y el vodka, adónde la santa villa con sus Ex. 
Todo, absolutamente todo es lápida sin recordatorio.
Piensa en la palabra cuidado y se da cuenta de que las luces de la civilidad se han ido apagando. Desesperada de una espera de la que quizás no haya vuelta, larga su grito bestial
__¡no existo¡,
__me he dado cuenta de que NO EXISTO¡¡ grita, una y otra vez .

Trepa, llega y entra sin que el villero en su alcoba advertida su presencia, nadie da cuenta allí de una presencia. 
Llega, camina, pasa y repasa cada pasillo que en su anchura no llega al metro. A un lado y al otro, por todas partes se le ofrecen tentadoras máscaras que ella rechaza una a una, prefiere esta vez las entradas oscuras a esas casas que no son nada, las entradas incrustadas en esa nada, prefiere esa nada sin salida
Huecos hondos junto a otros huecos, cenagosos, repletos de olores, de trapo sucio y ceniza mojada; la villa:
De cartontabla la puerta, de plastichapa la pared y el discurso. Adentro hirviendo lento esta un caldo espeso.
No parece haber qué comer ni apetito, solo unas cáscaras secas de algún fruto
Al final, en lo profundo, apenas alumbrado por algún relámpago de luz que se cuelga y llega por las mil rendijas repletas de ojos, allí en lo más profundo está la gente, está la villa.
__”en lo más profundo de mi corazón están ustedes y mi voluntad de …..bla, bla, bla ,,, recuerda la santa de un discurso de candidatura. Por no humillarse ante el barro de un recuerdo se agacha y entra 

Mira y remira, sin que logre reconocer a nadie, ni siquiera uno solo de esos rostros le es familiar, pero igual entra, no teme. Entra y  acomoda el culo sobre una tabla encimada a un cajón, espera, espera qué¡, que se puede espera en un lugar en donde se han acabado las palabras y los gestos, en donde  todo es un solo resto de otro. Restos de restos anteriores, muy anteriores, restos que quien sabe si alguna vez habrán sido,  y sobre esas catacumbas se han montado habitaciones, interiores, espacios de la nada repletos de su gente que huele a la nada de un despojo, a sudor ocre de zapatilla.

Sabe que se ha obligado a conocer a cada uno para que así se cumpla la utopía. Porque ahora sabe y por saber casi se lamenta de haberse separado del Convento y las hermanas,  por ese loco berretin del hijo y del saber.

Soberano, por fin triunfante emerge como el humo de Aladino ese humo consumido y fugaz del paco; su majestad el humo de Ese Paco, que se escapa y que se queda a la vez, que permanece desafiando no solo a la santidad de todos los santos sino al mismo dios invisible de los templos de la civilidad.

Todo es invisible a esos poros dilatados del despojo, los únicos ojos posibles. No hay testigo allí que pueda dar cuenta ni siquiera de una alucinación. Sencillamente no hay otro y si no lo hay no se puede dar cuenta de lo que hay, no se puede señalar ni  decir que eso es o no es, y la villa justamente es eso 

Esto son mis villeros ?¡, se pregunta la santa. Eso son y por eso mueren vivos, y por eso viven muertos.
Allí no hay motivo alguno de vida, no son las cosas allí como las concibió en su villa del discurso ni en el barrio precario en donde echó raíces. Entonces  la santa vuelve a clamar una y otra vez
__no soy nada, no soy nada, NO EXISTO ¡

Eso dice, porque no sabe que una visión es como un sueño, real pero de mentira (aunque a la larga, cuando termina el sueño es real)
Eso dice, pero ella es ella, una extranjera, una entrometida en esa villa, no por decisión sino  por la necesidad, es una mas de las tantas necesitadas que viene a buscar allí lo suyo, Porque para una sola cosa puede entrar en ese lugar un extraño; para dar lo que sea, a cambio de una bocanada del humo fugaz, y entrará tantas veces como sea posible porque ese humo es por demás fugaz.

Eso no puede ser verdad, y si así fuera, no existe otra  verdad que lo contenga o que lo explique. Pero no importa, ella no es cualquier extraño;  entra y sale,  va de una alcoba a la otra, se mueve sin dificultad y sin piedad, eso sí, procurando no pisar a nadie .
                                                                                                           Ese Paco
Ese Uno

Se niega a toda transacción que no sea la que le asegure fundar algo que signifique luego algún cambio. 
Sabe que no se trata de una visión, entonces toma sus recaudos y antes de darse cuenta de que sabe, comienza a sentir algo en el culo, siente cómo el culo se le incrusta en la tabla húmeda, cómo el humo rojo de la virulana encendida le quema lengua y boca y le llega a la garganta. Por fin siente que no es distinta. Cosa que seguramente le pasa a cualquier santa en el trance de su canonización.
Antes de morir siente como por su piel también se le cuela de la carne para afuera el olor ácido del paco y entonces no puede mas del dolor.
Ha ingresado en el supremo momento del sentir de santa  que siente de verdad lo que hay que sentir para poder gobernar. 
Recién ahora estará preparada
                                                                            
__estoy metida en el pellejo del  villero, sé de qué se trata, le comenta a la Yoly su nuera que en ningún momento la abandona.
__me coseré la boca y la lengua por no hablar. Mi gente no merece que ningún discurso la humille, dice mientras se cose la boca con hilo dental.  

Siente que una patrulla de muertos y de muertas vienen por ella para matarla, siente que la persiguen, oye tiros, disparos, salvas de tiros que no la alcanzan, entonces empieza a correr, mientras corre y corre sin mover el culo de la tabla, siente que está huyendo y que puede y que podría vivir toda su vida huyendo; ahora es villera de verdad. Siente que  puede porque finalmente llega al terraplén casi al mismo tiempo que el último muerto dispara el último disparo de su pistola reglamentaria. De allí arriba se lanza como por  tobogán de circo barranca abajo hasta alcanzar la meta deseada; el borde lodoso que separa la civilidad de la villa. Allí queda,  extenuada, completamente desnuda  a merced de la policía que la detiene, le agarra la cabeza y se la lleva en un patrullero.

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