Esperan tiempos
Los tiempos que le espera a la villa son
tiempo difíciles, tiempo de finales y de comienzos.
Siempre que nace un paraíso
nace su propio infierno. El infierno en la villa que está naciendo se llama “contras”
Al grito de NOOO¡¡¡… siguió
__traigan vino.
Nadie entiende nada, o
prefieren no entender porque la santa solo toma vino en grandes ocasiones y
antes de dormir.
Nadie dice nada, el pedido hace un blanco en el grito y queda la casa en silencio,
entonces Rosairo se levanta y trae de la cocina cuatro tetras de blanco abocado, les sirve a todos los que están en ese momento en la Casa. La doña levanta el jarro con las
dos manos y bebe de él como una sacerdotisa bebe de su propio cáliz; de un trago y hasta el
fondo, todos repiten la escena en medio de un silencio ceremonial que invita a repetir
__ muchachos tomen con moderación que esto no es una
joda, dice el general
__ deje general, deje que tomen, estamos celebrando el punto final, y pide otro trago.
__ ¡Se
van a cagar todos esos contra¡, exclama
Obstinado dejà vu
Cuando en una comunidad en que está todo
por hacer nace la necesidad de terminar con algo, algo nefasto y difícil
como el paco, eso puede significar un gran comienzo si es que eso no es sólo
eso, sino que es camino a la pura conciencia de otras cosas que están por encima y por debajo de esa cosa
en sí.
La santa tiene confianza plena en el punto
final. Sabe, porque ya sabe, que la cosa no es por paco, ni por esto ni por lo otro, sabe que la
cosa es que la mirada de las cosas se le ha ido tornando en todo este tiempo al villero diferente y entonces son para él, otras
las razones, otro el origen, otras las causas y otras las consecuencias.
Logro de subjetividad villera por
efecto de todas esas fuerzas internas
principalmente, pero también las externas (las brigadas, el muro y tantas otras cosas como el tomate y la gallina) que han ido confluyendo para conformar la subjetividad.
En otras palabras ella sabe que al villero le cayó la ficha.
Ya nadie dice quiero esto o lo otro, no hay
crítica al pedo ni sabotaje a la voluntad soberana de las asambleas, no hay intereses de los unos sobre los otros, ni de uno sobre otro, no hay sectores ni partidos, estatutos ni leyes. Solo circunstancias tratándose en asambleas
__ a la gente no se la parte, dice la doña; nada de partidos ni partidarios.
Sí hay en la villa,
y eso hace a las necesarias diferencias, gente debatiendo;
Asambleas, asambleas y más asambleas; en las esquinas, en los patios, por una cosa y por la otra, parciales y las Generales del Gran Patio de Armas de la Plaza de la Casa; "c`est la révolutión citoyenne" dice la santa en clara referencia a la R. F. y a los objetivos finales de la O. U (la nueva villa).
__PARTIDOS NO ¡¡ dice la santa
__los partidos han partido al mundo en mil pedazos y todo por eso invisibles y camuflados putos intereses de partes también invisibles y camufladas.
Es de ese modo, a partir de estos principios tan villeros, que esa gran mesa deliberante que sostiene toda la escena villera no es frágil, ya no
tiene dos ni tres ni cuatro ni diez patas, ahora la mesa que sostiene la escena
tiene todas las patas. Cada pata sucia de villero es pata sostén de ese Sagrado
Altar de la Justicia Villera sin instituciones y sin leyes. Esa mesa no se viene abajo por mas que la intenten voltear las socavadas estructuras endebles de la civilidad con sus tanquetas topadoras, con sus leyes, con sus decretos o con el cuento de los gremios. Las socavadas estructuras de la civilidad ya no podrán con ella.
Hay que asegurar que los cambios sigan
hasta alcanzar en su conjunto la meta final; la total transfiguración.
Nada del otro mundo son esos cambios simples,
sensibles que aseguran lo esencial y lo esencial es invisible a los ojos. A los
ojos de los hijos de puta que saben; buitres de burdo disfraz de representantes corderosos formales bien alimentados, de fina peluca las ideas y de oscuro antifaz los ideales. Esos que juegan siempre al
mismo juego de venderse en toda ocasión por 20 denarios, esos de su eterno y triste
carnaval, de su potenciado circo de marionetas y obsecuentes, esos del no saber sabiendo.
Es por las infinitas patas mugrosas que sostienen, que
todas las artimañas y pobres disfraces han quedado al descubierto.
Ya el mundo entero comienza a levantar la
mirada, ya el mundo entero empieza a ser villa.
En el mundo de la Villa de Doña Santa las
disfrazadas proclamas y promesas de los contras no hacen mella en la mente de los venturosos villeros
LA INGENUIDAD HA MUERTO, rezan carteles aferrados al alambre volteico (muro)
y nadie se atreve a tocarlos. El general toma la palabra e insiste
__a los que no les guste el modelo les ofrecemos las
brigadas para que les ayuden a juntar sus cosas y marchen a la civilidad, que
es donde espera la mierda.
Por no tornar la cosa tensa, la doña que
tiene más de astuta que de santa le dice
al oído al general
__bien, pero por las dudas desenchufe el
alambre, no quiero que haya una sola baja
Fueron los tiempos más cercanos a la gran
transfiguración.
Y así se hizo, se cortó la luz y unos cuantos
mas de los pensados pasaron con sus cosas al otro lado, en silencio, como de luto.
No faltó quien a último momento se echó a llorar y volvió a la villa. Los otros,
los de siempre, con sus cacerolas bajo la manga salieron humillados, vociferando, y cuando
salió el último se cerró la brecha con mas alambre y no quedó más remedio que
aumentarle al muro (alambre) el voltaje
__no hay por que asustarse, dice la santa mientras con el general tiran un poco más de la cuerda,
__con que nadie se
acerque es suficiente, agrega.
Volvió el villero de la santa a toda la santa obra villera; al tomate, a la papa, a la cebolla, al guiso y los pibes al forro y la gallina.
Se repite la historia porque el mal no descansa ni abandona. Cosas como
estas sucedieron en más de una vez en
los tiempos previos a la gran transfiguración. Dejá vu, que le dicen
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