Calmado el dolor, desplazada la feroz realidad a los quintos infiernos por
la gracia del Átomo partido al medio en la noche de la conjunción del doce del doce, de vuelta
la festa al alma inmensamente enorme del villero, se podría decir que la Casa
está en orden.
Doce del doce del doce dejó en el corazón
de la civilidad un enorme hueco de vidrio y madera rota. Hizo en la civilidad
esa noche un frío de cagarse
En cambio por la villa devuelta al delirio
y al éxtasis, todo es como rapto en el serrallo. Siente el villero un calor de
cuerpo de puta madre que lo obliga a consumar una y otra, con una y con otra el acto supremo.
No hubo un solo transfigurado en toda la
villa que esa noche no pelara la gallina
A Doña Santa en cambio, nadie le pela nada pero el destino le depara una
sorpresa que curará o abrirá de una sola vez todas sus llagas:
A una distancia considerable de la entrada ambula un trava, ambula y mira, mira y fuma, fuma y entra,
entra y llega, toma una banca y se sienta, sentado fumando espera.
Está nerviosa, se le nota porque cuando
lleva el cigarrillo a la boca le tiembla la mano como una hoja de otoño y
porque no para de toser con esa tos nerviosa con que tosen los travas cuando
están visiblemente nerviosos.
Doña Santa sabe, presiente que es la
forma más santa del saber, de quién se trata .
Divo
et santo es signo de orfandad, emblema del monasterio en donde ella se crió. El que espera fue la monja más bella del convento, aquella la de las noches de Cabiria en tanga al estanque.
Ma cosa vuole questa Marilyn
mater amatisima ?, se pegunta la santa
La Santa hace un esfuerzo sobrehumano y se
incorpora, de un salto ya está en el Patio.…
Se levanta un gran viento, viento sano que
se lleva volando pequeñas nubes blancas, las últimas, que son como doncellas
danzarinas
Allí la Santa, a su lado sentada, con una
pierna cruzada sobre la otra al estilo de un hombre, rostro altivo, mirada franca de diva, de estrella, de Marilyn, está su amada Marilyn que como una
madona impía deja ver algo de su intimidad por el ruedo tirante de su pollerita
corta.
El algo es nada, Doña Santa temblando de
emoción como un trébol de tres hojas, borracha por efecto de la alquimia aunque
más que nada debilitada a causa de todo.
A causa de todo estalla en un llanto mezcla
de alegría y decepción. Alegría por el reencuentro, decepción porque su adorada
Marilyn, su madre amada y negada ya no tiene pene. Se ha operado y deja ver la
falta por el hueco de la falda.
Decepción, el ideal de diosa trava total, es ahora sólo una
Marilyn, otra Marilyn idéntica a sí misma,
una mujer sin pene ni nada, una mujer que ha perdido todo atributo, una monja
renegada, envejecida hasta el punto más cruel y dramático de esa su ancianidad
tan prolongada. Así y todo se abrazan las dos ancianas y lloran; madre e hija.
He ahí el símbolo de una total maternidad, de su desborde y de su final.
Ciega y humillada Marilyn ha venido a pedir
perdón. Ella, su hija, la hija del
destino no dice nada y solo por no perderse en el propio lastimoso perdón, se
descose la boca y le habla
__hermana, madre, mi sor Marilyn tarde
llega el reclamo, ¡ ha pasado tanto tiempo ¡, ¡cómo pasa el tiempo¡ Desde hace
mucho en la mirada y en la fuerza de esta gente he encontrado mi última
filiación, mi sentir y mi razón de ser.
En la mirada de cada uno me encuentro y el
gesto de estos negros mugrosos me reconforta el cuerpo.
Madre cómo me calientan estos negros,
exclama, como encienden de ganas mi necesidad de adopción, de entrega. Sí mi
amada Marilyn, la mirada y el gesto,
De tal forma llegó la frase al corazón
conmovido de la amada Sor caduca, que estalló el llanto y con él otro abrazo, y
otro, y otro, y otro abrazo más
De la mirada
Si hay algo sobresaliente en el villero es
la mirada desafiante que no mide consecuencias, que no espera ni un antes ni un
después, que no atiende ningún reclamo, por
eso doña santa dice que es mirada que corresponde a dioses y animales
Y con la mirada está el gesto, que no es meramente la actitud. Por eso a un villero hay que mirarlo solo mientras se
pueda; cuando duerme o esta desprevenido, de otro modo nunca se sabe cuál será
su reacción; puede acercarse y mangar, puede correrse y acechar, puede
putearte, pegarte o matar, puede apurarte y robar, puede reír y dejar y eso también es cosas de dioses y animales. Es por
ello que también tiene una relación estrecha y sustancial con el presente
inmediato. Para el villero no hay más allá, todo es mas acá, mucho más acá que
el propio ahora.
La supervivencia forzosa los hace dioses o animales,
por eso sobreviven o mueren,
Un villero tiene ese no se qué ¡¡
Se sabe que
Guerreros, fieros, individualistas,
colectivistas, sujetos a la ley del trabajo comunitario y al cacique, creyentes
fervientes, celosos de los suyos, feroces con los de afuera, se sabe que así
fueron los antepasados de la tribu. Desconfiados hasta de sus sombras.
Absorta en esa necesidad de darle origen a toda
esa gente, clama al espacio sideral con esa su voz totalmente desnuda como un
trueno, con esa su rostro hinchado como un sapo cancionero
__ aniquilación, ANIQUILACIÓN, aniquilación ¡¡,,, manga de aniquiladores¡¡ Pasa toda una noche gritando eso, luego, al día
siguiente agrega,
__ me he quedado sin voz por hacer que me escuche
toda esa manga de grasas chupandines
Causa y final
En la civilidad son sin dudas también los tiempos
de la Gran Visibilidad en la que los gobiernos sacudidos por los destrozos no se atreven a hacer
nada y se plegan a la queja ciudadana como si fueran también víctimas. El ciudadano
empieza a saber, sale a la calle, pero a diferencia del villero no quiere renunciar
a nada, quiere cambios a cambio de nada, no obstante también a él le son
visibles todos los hechos y todas las
ideas que subyacen los hechos. Ya nadie ve lo que se muestra, ni escucha lo que
se dice sino que ve y escucha a lo que está atento, a lo que no se muestra , a
lo que no se dice.
En tanto para la villa están las dimensiones:
ARRIBA:
un niño en el seno de su hogar sin padres
ni reglas, en lo alto, prepara su venida.
Se prepara.
ABAJO :
doña santa intenta dormir pero no puede.
Con los ojos como dos huevos duros ve consumirse una a una las velas del santuario hasta quedar
colmado el habitáculo de un charco enorme de cera derretida y de un humo denso
y perfumado que no puede dejar de respirar, que no la deja ver, que la
embriaga.
AFUERA:
su pueblo transfigurado hace de las suyas,
canta, porque en la villa ahora se canta, y bebe porque en villa siempre se
bebe.
TODO :
es regocijo en la villa; en los rincones,
en las callejuelas, en las quebradas esquinas de trapo y papel.
NADA:
hace parecer que toda esa algarabía fuera a
termina. Como en un carnaval, nada
indica un final.
ELLA impulsada, sale afuera
compulsivamente, como siempre, con esa su extraña vieja fuerza de adicto en
abstinencia, de loca en libertad. Doña Santa sale de la casa y de un brinco, como el hombre araña, ya está
en la calle; quiere constatar, vuelve a recorrer la villa, camina por los
pasillos de la villa, esos sus tan suyos pasillos villeros que fueran ensanchados durante el primer plan
quinquenal de urbanización, aquel que hizo posible que cada cuatro pasillos
menores hubiera una calle ancha, con esquinas regularmente ubicadas y cada
tanto, una diagonal y cada dos diagonales una plaza con juegos__ trazado que
fuera ideado y dirigido por el General junto con un ex combatiente cartógrafo
de la marina __ Pasa doña santa la villa, asistida por comparsas de niños
huérfanos que desnudos bailan su desnudez al son de la murga mientras cargan
ladrillos y botellas de leche con miel en sus carritos de juguete.
A causa de su escasa indumentaria tan
vulgar y de la transparencia de la enagua y del alma, pasa pero no es tenida en
cuenta.
Pasa la santa sin ser advertida, con su matón
de manila y sus tacos anchos y bajos de anciana elegante. Pasa y va
descubriendo que todos los interiores de la villa se han tornado visibles no
porque hubiera mucha luz ni porque las casuchas y los cuartos se hayan vuelto
transparentes ni cosa por el estilo, no, es a causa de la visibilidad
transfigurada, de su santidad, de su visión santa de las casas transfiguradas
de sus villeros
Sor Marilyn llora y observa, es madre.
Hasta la chapa, la madera y el carton
apelmazado por el agua le son a ella tan transparentes como el cristal de una fina
copa
Camina, ella camina y aunque no caminara,
suponiendo que no haya caminado ni salido del Patio de la Casa nunca,
suponiendo que no lo haya hecho, que no
estuviese caminando ahora junto a las comparsas de niños huérfanos con padres
vivos, junto a mujeres mugrosas que ambulan en busca de sus hijos, junto a travas
ciegas de orgullo, junto a putas madres cargadas de hijos, a pibes chorros, a inmigrantes
de todas las pos guerras; tanos, gallegos,
judíos, suponiendo que no estuviera andando junto a todo eso los desdichados
de siempre, la lacra, la sobra, esos que no lloran la muerte ni le cantan a
la vida porque han aprendido a ser hijos de una soberana soledad absoluta, aún
así, lo mismo ella caminaría. Y la nave va.
Y va la doña amada cada día rumbo a su sacrificio villero, destapando con
la mano resumideros repletos de basura para evitar un ahogo, una masacre
villera.
Suponiendo que nada de esto estuviera
sucediendo en la realidad, en la falsedad de la realidad que todo lo oculta; desbordando el lienzo, como Dalí, ella pinta sus
sueños y están todos
__ qué maravilla, exclama Sor Marilyn, eres hija
la pintura
Por el color en la tela se ve como de los
resumideros desanegados van saliendo los villeros, como débiles gusanos
oscuros, y cumpliendo con el mandato de la transfiguración de los cuerpos se convierten
en mariposas.
Si todo esto no estuviera sucediendo,
igualmente estaría siendo y ella podría verlo, porque solo ella ha sido imbuida
de ese poder que viene de quien sabe que parte de la Realeza del Delirio que
todo lo puede.
Ella, como los demás, no sabe, y lo mejor
que puede pasar en estos trances tan definitivos es que no se sepa y no que se
juegue a no saber.
No debe importarle a nadie de donde vienen
los milagros.
__No hay vueltas que darle, santos tan
vulgares como doña santa villera ya no quedan, dice la China a su esposa. Son
los poderes que dios les dio a los santos vulgares, que poco antes de morir lo ven todo y todo lo
pueden. Es la potestad.
Ella puede ver y oler todo. Hasta la más mínima
mancha de mierda en el calzón de cualquiera por mas lejos que esté, ella la
huele. Y eso le pasa con todo, todo se le ha tornado exagerado, visible y oloroso, y el olor
dominante es el de la mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario