Ella es santa no por la gracia de Dios Dado, sino por lo dado en el Burdel y el Orfanato.
No, no hay dudas de que su origen está en los
dados, en los dedos y en la boca. Dados, escoba de 15, los 15 sin fiesta, el guiño en la boca, la apuesta.
Doña santa fue y será santa por haber convertido en saber, el riesgo de la apuesta.
Sabe, ella sabe pero lo niega. Se lo niega porque
prefiere no morir a causa de la verdad despiadada que pone en evidencia la
condición infernal que rige la intención y la voluntad del hombre de las cavernas
contemporáneas, de no querer cambiar nada de la propia naturaleza enferma de todas las
cosas a pesar de verlo y renegar de eso mismo argumentando que eso es cosa de proceso.
Por eso y ante la
falta de toda redención venida de arriba, ella hace lo que el resto de
la gente; niega, recurre al bálsamo de la negación, y prefiere ver que lo hecho
bien hecho está.
__De no ser santa, bien podría haber sido
política y ejercer el supremo mandato de gobernar sobre las necesidades de todos, saltando de una elección en otra, hasta la
eternidad__
Mas tranquila, mucho más tranquila a causa
del bálsamo, vuelve a su casa a revolver el ropero de su alcoba. Se viste con
el mejor de sus disfraces, el mas honesto de todos; aquel traje sastre escotado con su camisa blanca que
usaba cuando regenteaba el puterío, mientras se dice a si misma
__si contra algo hay que luchar ahora, es
contra toda cosa que atente contra cualquier disfraz. No se contradice, ella
sabe porqué lo dice.
Vuelta a la calle se reencuentra con los
lugares amados, ganados al mal; allí le sonríen los niños que juegan con sus
carritos a llevar leche y miel, allí les sonríen las pequeñas y bajas esquinas
de papel, las flores en los bajos balcones, los patios repletos de macetas, el
agua cristalina de la pequeña cascada que viene de la loma que empieza en el
jardincito privado de La Casa y que se extiende hasta la llanura repleta de
cultivo al otro lado.
No hay una sola chimenea que no sea ya monumento
histórico, ningún perro sin su moño, ningún gato sin su cascabel, ninguna
lavandera sin su río, ninguna madre sin su poesía, ningún padre sin
su canto al silbido.
Atenta ve a la gente en la charla, atenta a
la charla ve pasar el mate de mano en mano.
Por las ventanas transparentes de
las casas se le cuela ( porque es lindo decir que se cuela) el olor a tomate
cociéndose en salsa de guiso.
El guiso villero ha vuelto a casa, la casa
está en orden y la santa camina su villa en su disfraz sin careta, la gente
la re conoce, y ve en ella un burdel.
Es claro¡, ella habla de disfraz sin antifaz.
Va y ve; allí el sol radiante, allá el vuelo de las
golondrinas doblando esquinas, allí y allá esquinas dobladas repletas de golondrinas. La villa está en la previa de la migración
definitiva; el Hambre se ha hecho Carne.
Dos abuelas en la Plaza tejen mantas, tejen guantes, tejen bufandas, tejen soldados, tejen y mientras tejen van inventando el trompo para sus nietos. Por fin la santa se ve a ella misma caminando y dice
__Que nada conmueva ni perturbe la suma
superpuesta de los números, que a nadie importe el orden, ni la serie, ni
el resultado, ni el caos, que nadie rompa la magia de los disfraces que son lo único que tenemos.
Que nadie ose contra el color de los disfraces, ni del blanco ni del negro.
Un cuerpo es el disfraz que oculta el desastre que le subyacen. Los cuerpos son disfraces que esconden los delicados y precisos mecanismos que conducen al final. Hermosos disfraces todos, de todos los colores; del blanco hasta el negro. Los
cuerpos son templos sagrados, tabernáculos negros o blancos en donde se guarda
y aguarda el final
Se revela, la santa otra vez se revela porque
sabe que se avanza de revelación en revelación si no se quiere sucumbir cada
día, sucumbir
__que nadie ose contra el color, repite, y empuña con
ganas renovadas el arma soberana. De su cartera de cuerina negra ha sacado el rojo
carmesí y se pinta los labios. Gruesos Labios mansos, amorosos de una boca inmensa capaz
de guardar al mundo entero de su mal.
Rojo carmesí el de las noches de Naribia
en el Burdel.
Pinta la santa su boca, con esa particular calma de puta que pinta y
espera.
Ella conoce porque sabe acerca de la revelación tranquila y vulgar de
las cosas simples y tranquilas de la vida
Sin cobertura la villa
En la villa no hay ni nunca habrá vidrio ni
nada transparente, nada que permita ver el otro lado de las cosas. El único
vidrio que se puede conseguir en la villa es el de un espejo roto o el de un
envase de cerveza.
La capacidad de resistencia de doña santa
se agota, siente que si en ese momento llegara a morir, con ella morirían todos
los disfraces. Todo se terminaría, absolutamente todo, tal vez ni la misma
corteza de la tierra quedará en pie.
Llamamos a eso omnipotencia ?, en verdad no importa porqué qué otra
cosa moviliza a un santo que va en pos de su meta por el bien común sino es justamente
eso, la fe, la creencia, la convicción, la certeza de que se es a penas un tiempo, en lo efímero de un disfraz.
La omnipotencia
Gracias a ella, renace la santa de su
propia angustia final, reconoce que todo sentimiento es producto de una crisis existencial, y entonces
la santa anuncia que ha llegado el tiempo del final, porque no se sostiene la
transfiguración sino es en su propio final. La villa debe migrar
__Muerte y transfiguración es lo que se
necesitaba y lo logramos, la prueba está en los disfraces que están a la vista, dice. Ahora tocará marchar bien lejos de todo desborde civilizado, de la civilidad y del poder que la gobierna. Es tiempo
de éxodo. El tiempo pasa y se mezclan las cosas
El tiempo a cierta altura de los
acontecimientos de la vida de una persona pasa que da calambre y el solo pensar
en lo rápido que pasa, estremece y nubla la conciencia de la cronología de los
acontecimientos, que siempre y solo son en presente.
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