jueves, 8 de marzo de 2012

TUMORROU (facenovelita) episodio 33


llegamos a retiro, en el momento en que abro mi billetera para pagarle al taxista suena mi nokia, era un nuevo msj de texto de ella la bella, evocar me dió ternura, lo abrí mientras el taxista paciente esperaba a que le pagara y bajase. en el msj leo:
"lo siento, en el bar olvidé decirte que sobre la mesa de tu pieza vas a encontrar una nota de crédito a tu nombre por la compra de un cherry QQ para elenita, creo que se lo ganó, no te parece? ", el texto daba otras explicaciones que no pude seguir leyendo. la indignación fue tal que me paralizó por completo, junto con mi paciencia se agotó la capacidad de la pantalla de mi nokia y la voz nasal empezó a hacerse oír diciendo esto y lo otro sobre la generosidad, la sinceridad, lo honesto de hacer un regalo, el color del auto, lo contenta que se pondría elenita, lo lindo que es regalar cuando se quiere de veras, lo lindo que le quedará a elenita el color amarillo del QQ, lo esto, lo otro, de ella, de elenita, y mil sandeces más totalmente fuera de lugar y cargadas de ironía que ya no leí ni escuché.
pensé en lo cerca que suele estar cierta malicia de la ingenuidad y ésta a su vez de la inconciencia suprema que esconde una villanía. porque lo que ella la bella estaba haciendo era eso, una soberana villanía en contra mía.
el taxista, a pesar de que no había desconectado el reloj empezó a mostrar cierta incomodidad, seguramente no solo porque el tiempo no tiene el mismo valor cuando el taxi está en movimiento que cuando está detenido, sino porque me pasa que cuando el pensamiento desborda mi capacidad de pensar en silencio, lo sigo haciendo pero hablando casi a los gritos como si mi nokia fuera el otro en persona con quién hablo. por un momento intenté arrojarlo por la ventana pero me contuve.
el muchacho giró la cabeza y me pidió por favor que le pagara y bajara, enseguida me explicó que necesitaba seguir trabajando y que esa era una hora pico.
recién allí me dí cuenta de que no estaba solo.
el taxista era un muchacho de unos 30 años, tal vez menos, tenía el pelo castaño y bien cortito, a los costados, una remera blanca muy en forma que dejaba percibir el aroma a el auténtico B L V de búlgari, mi prfume favorito. nada que ver este, pensé, con el taxista de la noche al que había tenido que soportarle durante tanto tiempo todos sus malos olores y todos sus descuidos.
el importe se había casi duplicado, pagué y bajé.
las palabras, mas que las palabras ese abuso hipócrita de los hechos de ella la bella hizo que en lugar de dirigirme a la terminal de retiro marchara hacia la torre de los ingleses, necesitaba respirar aire puro, caminar, ver la menor cantidad de gente posible, pisar tierra, pasto, pedregullo y no baldosas ni asfalto, me senté sobre el cesped para pensar con mas calma en las trampas fatales que me deparaba el destino a cada instante.
eran mentiras que ella la bella no había estado en mi pieza, mentiras que no estuviera allí con elenita hurgando todo, mentiras su llanto, mentiras que el nombre que empieza con la letra E le fuera algo ajeno e innombrable, mentiras todas, mentiras, mentiras, mentiras, mentiras, mentiras, mentiras, mentiras... y cada vez que se reproducía en mi cabeza la palabra mentira, el odio y el dolor por el fraude, la mentira, volvieron a darle una forma mas que monstruosa a esa mujer que hasta hace poco había vuelto a formar parte del coro de ángeles custodios que cuidaban de mí.
uff, cuánto fétido fastidio saturado invadió la levedad de mi herido ser.
pensé en la caromarilyn del socorro, en sus necesidades, en marchar definitivamente a san nicolas y olvidar a esos dos monstruos cómplices innombrables que patrocinaban mi desgraciada vida.
olvidarlas definitivamente es lo que debía hacer. qué cuernos me importaba lo que harían esos dos monstruos paseando por la costanera de la laguna de lobos.
no debía preocuparme y asunto concluido, no firmaría nada y de ese modo ese auto no era ni sería jamás objeto de mi responsabilidad, que se pudran las dos sin su cherry, me dije, yo no firmo nada y me voy.
en el camino a la terminal, mejor dicho, caminé unos pasos y recordé la vieja y violatoria disposición de ella la bella a falsificar mi firma para hacer uso de mi cuenta bancaria. cuántas veces había comprado cosas sin siquiera consultarlo, nunca fueron extravagancias ni cosas innecesarias, aunque aveces si lo fueron, a qué negarlo, pero esta vez se trataba de un robo mas que un uso indebido de la firma.
se me pusieron los pelos de punta y mis nervios se convirtieron en alfileres que dibujaban como un tatuaje por dentro el perfil de una terrible depresión. tenía elementos para que también yo escribiera algún día sobre "capitalismo y depresión".
era yo el deudor, pero lo pero de todo, era yo el responsable civil ante la ley en caso de un accidente.
tanto ella la bella como elenita apenas si sabían andar en bicicleta, eran un peligro para terceros hasta caminando. en caso de ocurrir cualquier cosa con el auto, a ellas seguramente el juez las declararía inimputables.
desde cualquier ángulo que se quisiera mirar el asunto, el responsable resultaba ser siempre uno, yo.
qué espantoso odio me invadió al punto que me maldije una y mil veces en mi suerte. ella la bella una vez mas me despojaba de todo, mi amor. si ella supiera lo que me roba cuando me quita.
me consolé pensando que tal vez no fuese para tanto, y que lo mejor sería llamar y hablar de mi viaje con la caromarilyn
mientras caminaba sentí que en verdad me arrastraba por las veredas caminando como un cienpiés.
caminé no sé cuento por la avenida paseo colon hasta que el peso de tanto pie hizo que parara un taxi

continurá tumorrou

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