volvi a los momento previos a la partida de ella la bella en el café, necesitaba hacerlo para no seguir como un bellaco en mis cavilaciones allí estacado junto a mafalda, caminé hasta el último barcito en que habíamos estado ella y yo, evoqué el momento aquel;
ella la bella tomaba su café chico cortado con crema, con la mano derecha arrugaba y desarrugaba ingenuamente la servilleta de papel, de tanto en tanto levantaba su enorme mirada húmeda y me miraba. hablaba y hablaba, de una cosa y de la otra, cerré los ojos y se me hizo como que estábamos en la casa de campo, yo distendido, tendido sobre el pasto recién cortado, loco de contento la escuchaba atentamente, de ese modo sentía cómo me iba volviendo el alma al cuerpo, siempre ha sido así, el consuelo en mi desventura
ella la bella tenía la virtud en sus palabras de convertir los actos inhumanos de los otros en hechos inocentes, beñales que no necesitan del mas mínimo perdón. todo lo que me pidió a cambio fue que no se las nombrara, ni a la una ni a la otra.
que ingrato puede ser el hombre cuando se deja llevar solo por las cavilaciones sin escuchar, pero esas cosas no se comprenden sino al final, como sucede con ciertas películas.
pensé otra vez en "l'anfant sauvage", humanizarse era absolutamente posible, si con ese chico había sido eso posible, conmigo porqué no si contaba con mas herramientas. pero para eso no necesitaría de la presencia ni de elenita ni de ella la bella, ni de ninguna otra, para esa humanización solo necesitaba de mí mismo, de un mañana tras otra, una tras otra conmigo para continuar. hasta el final la búsqueda. cada día la búsqueda.
subí a un taxi, le pedí al conductor que me llevara hasta retiro.
acompañar, ayudar a la caromarilyn del socorro en su búsqueda era la meta
continuará tumorrou
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