hubiese querido que ese momento en el bar de la esquina con ella la bella no terminase nunca
ella, la bella volvía a tornarse en un ser de luz, volvía a investirse con todas las galas de mujer reina, entera, plena de bonanza,
comprensiva, maternal, amorosa, bella
pasó otra vez a ocupar la nodular parte del coro de angeles mujeres que custodian mi vida.
no podía descuidarla ni descuidarme, ella
la bella había sido sostén fundamental en la construcción de la parte mas feliz de mi vida rescatandome con su amor de las honduras de los mares y los desiertos a los que fui arrojado.
una vez mas ella hacía caso omiso de mi negligencia, omitía la canallada de mi vínculo con elenita, talvez no por mí, sino por su hermana menor, cosa que estaría muy bien, no solo por cuidar del vínculo fraterno sin reproches, sino porque entonces no sería ese omisión un gesto de obsecuencia para conmigo. estaría muy bien de esa manera, __ por mas que mucho piensen distinto acerca de estas cosas de la traición entre hermanas con cuñados tan frecuentes en la vida burguesa__ porque elenita era efectivamente casi una niña y por lo mismo, inocente.
elenita en esta historia no tenía nada de que arrepentirse. era yo el culpable de toda esa locura de lujuria. porque lo de elenita y yo fue auténticamente una sostenida LUJURIA, sostenida en el tiempo y en la pieza de chile y defensa.
pero sea como sea, ella la bella me había disculpado también a mi sin esperar ninguna confesión ni acto de constricción, con su elegante disimulo, con su comprensión y su mirada piadosa.
son estas todas evidencias de que estoy con la persona indicada y debo cuidarla, y todo eso sin entrar a considerar las consideraciones o paños menores de toda esta cuestión; ella la bella había acompañado al festival a su hermanita para escucharme cantar, la había socorrido en su mojadura de la noche de la tormenta terrible, la había acompañado durante su breve internación en el sanatorio de ramallo y porqué no, la había rescatado a tiempo del furor curandis sanatorial llevándosela consigo de vuelta a buenos aires, y qué me pedía ella a cambio?, nada,
solo me pidió que no se la nombre, y no nombrar es como decir nada. fue como pedirme nada.
¡qué mujer, qué linaje el de mis mujeres ¡¡ ah...qué remanso hay en mi corazón al saber que cuento con ellas...
eso sí, mejor que no cruce el humbral de la idealización. si cruzo la estrecha puerta y entro en el campo de la desidealización, me es imposible evitar evocar uno a uno los hechos de otro modo;
no puedo evitar pensar en la razón última de la cercanía de ambas, en el precipitado perdón, en el disimulado rencor, en toda esa mansedumbre con que me habló como una forma de castigo encubierto, como hablan los predicadores, porque ella la bella habla como predicadora, lo sé ella también lo sabe. no pude no pensar en porqué el día anterior al diluvio ella habría acompañado a elenita hasta ramallo sin decirme nada, seguro que no era por las ganas de verme cantar cuando tiempo atrás había repudiado mi forma de canto "desafinado",
"cómo puede una persona poner tanta energía en cantar tan pero tan mal", había dicho
había dicho y yo no me olvido de las cosas. no lo se tal vez exagero al saltar de una cosa a la otra, no lo sé, pero es muy probable que últimamente hayan estado un tiempo viviendo juntas en mi pieza de chile y defensa, ordenando, cambiando, emprolijando, no lo sé, pasando el escobillon y sacando de abajo de los muebles restos de comidas, de pizza seca, pelos, mugre variada,
no lo sé, estado pasando la aspiradora, lavando la pila de platos y vasos acumulados, mirando fotos, escritos, cartas, recuerdos todos de otrora, no lo sé, evocando momentos gratos de plenilunio vividos juntos los tres en la casa de campo de lobos, dónde la pícara e inocente elenita, a espaldas de su hermana, que no paraba de leerme cosas, me hacía guiños para que la siguiera en su paseo por la fronda. y yo la seguía.
reconozco que lo que mas me dolió, porque me pareció un horror horroroso, fue el pensar en que hubiesen estado durmiendo juntas en el mismo único sofá desvencijado que hay en la pieza, en el que elenita y yo dejábamos brotar todos nuestros jugos corporales, jugos de los que dan cuenta todas esas manchas asquerosas que estan impregnadas en la vieja funda de liencillo del sofá que jamás nadie ha lavado ni cambiado.
qué asco¡¡, durmiendo juntas sobre esa funda inmunda, toda manchada y mal oliente.
pasa que elenita y yo disfrutábamos de eso.
pero no, no debía alentar todas esas ideas tan cercanas al incesto.
no debía salpicar con dudas e infundios el recuerdo del reciente encuentro con ella la bella en el bar de la esquina.
no pensaría nunca mas en nada de eso si realmente estaba dispuesto a seguir adelante con mi proceso de humanización, no quise saber nada, a pesar del dolor que me causa me juré no decir ni preguntar mas nada sobre mis dos mujeres.
salté entre los recuerdo hasta los momentos en que yo descansaba
tirado sobre el pasto recién cortado, elenita leía a tolstoy en el cuarto hasta altas horas de la tarde, yo regaba, escuchaba música, el claro de luna, juntaba el pasto, miraba al cielo, jugaba con el cachorro de la madre de elenita, le daba de comer a los pájaros. mientras tanto ella la bella que ama leer, me leía poesía o cuentos de amor o de suspenso o simplemente me contaba cosas reales o inventadas, no me importaba,
fueron momentos realmente llenos de belleza que me hicieron muy feliz. yo cada tanto entraba a la casa a calentar agua,
en la casa de campo no hay termo y el agua en la pava se enfría pronto en el jardín. entraba y casi sin querer pasaba por la puerta entreabierta del cuarto y contemplaba a elenita que recostada en la cama, leí a tolstoy.
nunca fue fácil contentarme con relatos, solo ella la bella podía hacerlo.
pero ahora estaba yo en otro punto, no era cuestión de seguir allí frente a la ventana de chile y defensa evocando, debía seguir adelante con lo que debía hacer
continuará tumorrou
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