El corazón de la santa empieza a fallar
Eso parece; cosas de las circunstancias, de
los pocos cuidados y de la mucha exposición al frío en la noche.
El tiempo de
doña Santa no anda del todo bien, su corazón está muy bobo y falla. No es de ahora
que falla, solo que la cosa ha empeorado a partir de la intensidad y del propio
trajín durante y antes de la Gran Asamblea; el desvelo, la emoción, la
intensidad de los discursos, y sobre todo la gran curda de la fiesta de cierre
que duró tres días con sus noches frias.
Verdaderamente __que es un término muy
francés para ser usado aquí__ verdaderamente el trajín y la trasnoche de la gran fiesta le
afectó mas de la cuenta al punto que se
tuvieron que dar por terminados los festejos antes de lo previsto. Fue simple,
para no alarmar se dijo a la muchedumbre
que a la santa le había dado una descompostura de vientre y no podía salir del
inodoro, por lo que se daban por terminados los festejos.
Se pidió un poco de respeto cuando unos pícaros empezaron a vivar,
__ la santa se cagó, la santa se cagó¡ pero pronto las brigadas ayudaron a que cada uno se fuera a su casa.
No es joda lo de la doña, dice el general
en la intimidad de la Casa;
__doña Santa está grande, tiene el corazón grande
como el corazón de un buey, y las
arterias tapadas, tenemos que estar preparados.
Eso fue lo que dijo doña Italina, la vieja y
noble curandera de la villa, la que acompañó a la santa toda la vida
haciéndole frente a cada malestar de sus chicas en el burdel y de ella misma.
Siempre atenta como una scaut; con sus ventosas, sus sangrías, sus yuyos, sus
penicilinas y jarabes choreados, sus menjunjes, masajes y brevajes.
No se lo dijo al general, que con hombres ella
no habla, se lo dijo a la Yoly y la Yoly a la Rosario y Rosario al General. Lo dijo
sin darle importancia, como dando a entender que el fin es algo igual de natural y duro que el principio y el desarrollo. Y lo dijo con voz tranquila
y lenta propia de una verdadera
conocedora, en la cocina de la Casa,
mientras comía un sanwiche de mortadela cortada a cuchillo y las chicas le preparaban
el mate.
A partir de ese día nada fue igual en la Casa.
Doña Santa Villera, la mujer líder, la baluarte de miles de villeros, la
visionaria al cambio, la que descubre la esencia perdida de la sociedad en ese mundo villero y augura los tiempos venturosos de la transfiguración, la que
nunca supo nada de todo eso, sino que lo
encarna, la abanderada de los mugrientos, el alma mater de la ignorancia, la
sin casta, la que limpió las llagas al polaco por quedarse, la madre de todas
las putas, la puta madre, la prostituta sagrada que termina con el paco y reivindica al Ex, la que en la pena conoció varón, la que dio cobijo al desamparo, la hija de todas las madres, la madre de todas las hijas, la
doña (como cariñosamente le dicen), se les está apagando, de a poco, en cámara
lenta, como una de esas velitas de santo que duran tan poco.
Los síntomas
Primero decae, y está así un tiempito, caída,
tristona, como adolorida y todos piensan que es resaca, luego entra en un estado feo, una cosa fea que le
dura varios días, una cosa que parece entre mística y autista, agitada por
momentos que parece como de vuelo de alma por cementerio. Levita, pareciere que
levitase de éxtasis, más no se sabe si por tristeza o por el goce de estar viviendo
lo divino. Por ratos su ánimo se torna esquivo, con la mirada fija en el techo
como de alucinada. Entonces son esos largos ciclos en que se la pasa mirando al
techo, no sale ni para hacer pis, yace metida en su santuario todo el tiempo, sola,
dele que te dele con el rezo, eso por ratos, y por otros ratos hablando en voz alta con quien sabe quien, mas
que hablando sollozando palabras y frases que solo ella comprende, también de
vez en cuando de esas palabras le sale algún
__andate a la reputa madre que te parió__
que por su puesto no tiene destinatario visible y que termina en una risita
cómplice y maliciosa como de falsa reconciliación, todo con un destinatario invisible.
Cuando parece que ya todo en ella se está deteniendo,
cuando todos piensan que está por llegar lo peor, cuando los estertores
reemplazan todo otro ruido salido por la garganta, entonces, de repente se paraliza,
y cuando se supone que ya está¡,
__¡no estaaá nada¡, grita y empieza a cantar canciones que seguramente nunca escuchó,
pero que improvisa de puro ganas de
seguir que tiene, y se las canta a todos como si las hubiera aprendido junto a su madre y su padre en una fiesta navideña de su casa natal de niña bien nacida.
Son versos, frases,
tonadas, que no carecen de cierto sentido, que tienen el encanto loco de todo
lo suyo, que nadie entiende del todo y que sí se entiende porque todos ello alude a un Nacimiento.
Está clarísimo que está en el trance de encarnar su propia muerte y
transfiguración sin solución de continuidad.
Pasa gran parte del tiempo también
dormitando y cuando despierta no hace otra cosa que pedir que le traigan vino
Cuando el balde que le sirve para sus menesteres está lleno, pide que se lo vacíen
y así pasa los días, son tantos lo días que ya casi nadie pregunta.
Se la extraña, ya no anda todo el dia dale
que va, de aquí para allá y cuando habla
apenas si habla lo justo y necesario para pedir por alguna de sus necesidades
vitales;
__ nena traéme un sanwiche de mortadela
__ pelame una naranja,
__cortame una feta mas de mortadela, y esas
cosas por el estilo que cualquiera entiende que son buenas de por sí porque
significan mejoría.
Pasados unos meses que parecieron años, cuando
se acabó eso de morir y no morir, empieza a dedicarle tiempo a la lectura de una
biblia de tapas negras que le vendieron los pastores brasileros una véz que fue
a ver de qué se trataba aquello y llegó a la villa diciendo
__esos tipos son unos chorrros.
No obstante, aunque parezca lo contrario la
mortadela le cayó bien, dice doña Italina que al principio se había opuesto
__parece que la reanimó la mortadela, opina
__es por la sal, le replica la doña que aunque parece estar en otro mundo, escucha
Pronto y como puede, medio en camisón,
chancletas y los pelos sueltos participa de las reuniones semanales con “las
chicas”, habla con los travestis, y con las madres del paco. También se reúne con los jefes de las brigadas y
participa de pequeñas reuniones festivas, las que por supuesto se hacen en su
alcoba. Está atenta a los cambios urbanos en la viila y empieza a salir los domingos para ver los adelantos y para asegurarse de que el alambre volteico (muro) siga en pié.
Fortalecida con de la fuerza de su santidad, de su razón y por el amor de sus villeros, que no han dejado vacía la Plaza de Armas de la Casa un solo día de su convalecencia, doña santa no
descuida nada, sea político o místico de
su santuario
La razón clínica de la cura o de la reanimación propiamente dicha, parecen ser las friegas con el aceite de caballa al natural, sobre la
cabeza y las espaldas que doña Italina le practica todos los días
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