Episodio 23
cuando me puse de novio, (una forma de nombrar la cosa) con ella la bella, cosa que sucedió después de que yo visitara la casa de campo, lo hice no consciente de que otro sentimiento distinto del nuestro tendría que ver con su hermana menor, pero reconozco que así fue, no por la belleza sincera de elenita, sino por esa cosa tortuosa que siempre tuve con el nombre; Elenita, tal vez si esa hermana menor se hubiese llamado rosa, nadia, lidia o nacha y distinto hubiera sido todo lo demás.
parece mentira como la cuestión de los nombres suele ser decisiva en la construcción de un sentimiento o de un ideal.
estoy seguro de que lo que sentí por elenita no fue amor y surgió como llamarada el día aquel del principio en que fui a conocer la casa de campo en que estando yo en la cocina ayudando a ella la bella a preparar una ensalada de tomate, cebolla y lechuga , el padre que como dije tenía flaqueza por la hija menor pronunció su nombre
__Elenita..los chorizos ya están …
entonces reparé en aquella niña; yo en la cocina, cortando tomate, la puerta del único cuarto entre abierta y sobre la enorme cama del único cuarto, como vestal salpicando de luz todo, con un libro de alexis tolstoy entre las manos, alzó la mirada elenita y dijo
__ya voy ¡
yo con un tomate por cortar y ella con su tolstoy sin soltar no podíamos despegar nuestras miradas.
__elenita, vas a venir a comer ?, repitió el padre haciendo que la palabra- nombre, ejerciera en mí un efecto afrodisíaco aún mayor que el del primer llamado
__ e l e n i t a!!, insistió cuando ya cada uno estaba dando cuenta de su choripan. Yo ya había acabado el mío. Ese día eso fue todo
de ahí en mas mi relación con ella la bella y con su familia burguesa cambió radicalmente, el nombre de esa muchacha me persiguió por cada rincón de la casa de campo, o como quiera que le digan, ya nada importaba, ni casa, ni campo, ni laguna, ni nada, solo ella, elenita .
tantas pero tantas cosas de mi noviazgo con ella la bella estuvieron cruzándose con Elenita la bella elenita constantemente. Elenita, esa muchacha inquieta que constantemente iba y venía colándose entre nosotros dos como un duende carnívoro, fue tanto lo que se coló que llegó un momento en que pasó lo peor.
el padre, seguramente enviciado por la costumbre de visitar, de entrar y salir, una mañana entró al único cuarto y nos encontró a elenita y a mí tirados en la cama, creo que no había pasado nada, digo creo porque sería terrible que hubiese pasado algo, corrí un telón sobre la escena y solo atiné a saltar de la cama. el padre sin decir nada salió del único cuarto sin decir nada en ese momento, pero de esto ella la bella se enteró y de ahí en mas odió a elenita con todas sus fuerzas.
el odio fue dirigido a elenita, no a mi, como sucede casi siempre en que queda al descubierto alguna acción censurable, deshonesta por parte del hombre.
no hay dudas eso era una afrenta, un abuso, no obstante para ella la bella que me amaba la víctima era yo y la culpable elenita. vieja historia en que, ya sea con una hermana, una prima, una hija, una amiga, para la mujer afrentada, el hombre es siempre redimido por el amor de su mujer afrentada.
será que la mujer toma el caso como un caso de competencia y no quiere perder, aunque finalmente siempre pierda?. sea como sea la culpa y el odio fueron pues para Elenita. Para ella la bella, elenita pasó a ser un ser despiadado, robahombres, lasciva y envidiosa además de incorregible gata calentona, como le dijo un día
__sos una gata calentona.
yo como un cobarde que fuí casi toda mi vida, nunca dije nada
de ahí en mas nuestra convivencia fue un tormento. es verdad que ella culpaba a elenita pero me castigaba sutilmente a mí y yo lo aceptaba porque me sentía culpable, lo hacía por todos los medios. Por un tiempo evité ver o cruzarme con elenita, aunque en mas de una ocasión nos cruzamos, creo que eso, la prohibición y solo eso reforzó mi primigenia ansia de amor para con elenita. creo que allí empieza mi obstinada búsqueda de amoríos clandestinos
entre ella la bella y yo se libraron batallas feroces.
su postura de verdugo castigador no tuvo límite, y yo por mi parte para no ser menos le inventaba las peores bajezas que pueda una mujer imaginar de un hombre, le contaba historias tortuosas de sexo y humillación con mujeres horribles en lugares y escenas espantosas. En un ir y venir de ojo por ojo diente por diente, nos dijimos cosas que de solo evocarlas se me cae la cara de verguenza. inventamos hechos a granel y en esos inventos, como suele pasar, se cruzan verdades, hechos reales que ayudan a satisfacer la sed de venganza de cada uno. ella la bella nunca dejó de amarme, yo no lo sé, aún no lo sé
al poco tiempo elenita dejó su casa, mejor dichos sus idas a la "casa de campo" y yo dejé de verla, en la casa de campo. la vida ya no fué la misma. ella la bella y yo éramos pero no éramos los mismos.
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